La historia de la sociología y de la antropología modernas han tenido como objeto de sus análisis la importancia de los roles y estereotipos de género en la sociedad occidental y en otros tipos de sociedad. En gran medida, el movimiento feminista hizo que estos análisis se hayan centrado en los estereotipos femeninos para posibilitar la liberación de las mujeres del yugo masculino. Pero estos estudios de los roles de género poco han dicho de los roles y estereotipos masculinos y de cómo estamos socializando a los niños en la sumisión, en la represión emocional y en la cultura de la violencia, construyendo hombres eternamente frustrados e infelices. El feminismo está abriéndonos las puertas a los hombres que no encajamos en el modelo normativo para aprender a construir un hombre con espacio para la ternura, los cuidados y la no violencia. Será tarea de los educadores, en especial de los hombres, colaborar en la socialización de este modelo de hombres disidentes del modelo hegemónico enseñándoles el valor para sí mismos y para la sociedad del cuidado, de las emociones y de la vulnerabilidad. En este artículo mostramos una experiencia educativa en esa dirección, realizada en los últimos cursos con los hombres del IES Fontexería de Muros.